La discriminación durante la juventud puede manifestarse a través de múltiples dimensiones, tales como: orientación sexual, condición socioeconómica, origen étnico o racial, entre otras. Estas formas de exclusión social afectan de manera profunda la autoestima y el bienestar psicológico de las juventudes, obstaculizando su integración plena y su desarrollo personal.
Además del impacto emocional, la discriminación impone barreras estructurales que limitan el acceso equitativo a oportunidades educativas, laborales y sociales. Frente a este panorama, resulta esencial promover entornos inclusivos y seguros, donde cada joven pueda ejercer libremente su identidad sin temor al rechazo ni a la estigmatización.