La salud en edades tempranas del desarrollo constituye un factor clave para el bienestar integral a lo largo del ciclo de vida. Durante estos primeros años se consolidan hábitos y comportamientos que incidirán directamente en la salud física y mental durante la juventud y la adultez.
Promover un buen estado de salud en la juventud no solo permite disfrutar de una vida activa y funcional, sino que también contribuye a la prevención de enfermedades crónicas y al fortalecimiento de competencias sociales, emocionales y cognitivas. Estos elementos impactan significativamente en el capital humano, el desempeño académico y la productividad social de las comunidades.