La juventud migrante atraviesa un proceso de profundos cambios que pone a prueba su capacidad de adaptación y resiliencia. En su tránsito e integración a una nueva sociedad, estos jóvenes no solo enfrentan desafíos, sino que también se convierten en portadores de una valiosa diversidad cultural y de nuevas perspectivas. Su experiencia les dota de una visión del mundo única, convirtiéndolos en actores clave para el enriquecimiento social y la construcción de comunidades más inclusivas, dinámicas y globales.

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